Se
encuentra en el mismo paradero de todos los días, espera la micro I14 que la lleva
a su destino. De momento escucha a lo lejos el acento colombiano de algún
transeúnte, el viento deja de soplar su rostro y el tiempo se detiene para trasportarla
a las calles de su pueblo. Sus logros han hecho que se instale en Santiago. La
madre le dice que los años pasan volando, que la abuela cumplirá los 100 el
próximo mes y la siembra de café sigue dando con qué comer. Aun así, no logra comprender
la suerte de su destino.
