jueves, 28 de abril de 2016

La muerte de Penélope


Ninguna Penélope ha tejido y destejido como Elvira,
mientras esperaba el alba de la muerte 
                                                                               (José Asunción Silva)

Corifeo: Cuando Eos, la de los dedos rosados, hija de la mañana se dejó contemplar. La bella Penélope hija de Icario, posada sobre el umbral de su balcón recordaba con melancolía los años transcurridos de la partida de Ulises.

Penélope: ¡Oh, amados dioses! Para qué seguir contemplando a la hermosa  Eos y al grandísimo Helios, para que el tiempo si la guerra me ha devorado como a un hijo de Cronos. Grito mis lamentos a toda Ítaca rogando a Mnemosine la libertad de mi espíritu.

Corifeo: Se acerca Euriclea, nodriza de Ulises.

-¡oh bella hija de Icario! La guerra junto con ker se ha llevado consigo a su primera víctima, Anticlea madre de Ulises, el tiempo ha acechado su cuerpo y espíritu, ahora deambulará en el Hades buscando entre los muertos a su amado hijo.

Penélope: Su muerte no debe ser un lamento, Anticlea, en el Hades abandonará el sufrimiento de los mortales.  

Corifeo: Desciende de los cielos Atena y con ella el enorme silencio se extendiende sobre todo el valle, es el silencio la sensación de lo vasto el regocijo con la intimidad; el silencio se apodera del alma y Penélope dejar entrar así la noche a su balcón.

Atenea: Bella Penélope los dioses hemos escuchado tus lamentos y sentido tu melancolía. He bajado hacia ti, en forma de Ave y aguardaré contigo la vigilia.

Penélope: Atenea, las antorchas iluminan una vez más mi balcón y escucho de nuevo los lamentos  que arrastra el río Aqueronte, el río del dolor, el río de la guerra. He pensado que cuando la oscura  ker venga a mis aposentos en búsqueda de mi alma, pediré vagar por los ríos de grecia antes de descender al Hades, para buscar entre ellos el alma de Ulises y Telémaco mi hijo. La guerra ha esculpido el tiempo y la memoria. Ya no me queda más sino  dejar mi carne a los cuervos que penden sobre los altos árboles sin ramas.

Corifeo: Atenea, la diosa de la guerra desprende sus extensa alas, apartando a las negras aves del campo desértico y lanzan  sobre Penélope un dulce sueño semejante a la muerte.