Dia 18 de Octubre
Durante treinta y cinco años el
crepúsculo de cada día me atrapa con las dos toneladas de libros que descansan
en la habitación, la luz de los altos faroles entra sigilosamente
por los vidrios martillados de aquella pequeña ventana donde descansa mi fatigado cuerpo. Los visitantes llegan de todas partes
del mundo, muchos de ellos malditos desde la primera letra escrita, las
mutilaciones y la tinta derramada entre hojas reflejan el sufrimiento de
su existencia. La imprenta en la que paso mis días se encuentra ubicada
en el sótano del edificio donde habito, la vieja estructura de madera guarda los recuerdos más íntimos de mi infancia y adolescencia.
25 de octubre
Hace cinco años que realizo el absurdo
ritual de fumar hasta el amanecer y antes de dormir me detengo a observar el viejo semanario donde aparece la fotografía de la librería Circe devorada en las llamas, el anunció dice: mujer polaca se quema dentro de una librería.
Todo empezó durante la invasión Rusa a
la república Checa, una tarde de verano toneladas de papel por devorar entraron
a la imprenta, el hijo de mi jefe, Martin Grechko, hombre
avariento y vanidoso de unos años mayor que yo, había logrado un negocio
con alguna de la muchas librerías que cerraban sus puertas en la ciudad. En las calles checas soldados del ejercito lanzaban fuego cientos de libros que narraban la historia de la nación, los verdugos rusos atemorizan a los ciudadanos forzándolos
a sacar sus bibliotecas de casa y echarlas al olvido.
Sin embargo desde hace varios años he guardado celosamente las grandes joyas literarias, estoy dispuesto a entregar mi vida por los libros ellos me han acompañado en la soledad de mis años y en silencio se posan cada noche a mí alrededor esperando la entrada de los primeros destellos del amanecer.
Sin embargo desde hace varios años he guardado celosamente las grandes joyas literarias, estoy dispuesto a entregar mi vida por los libros ellos me han acompañado en la soledad de mis años y en silencio se posan cada noche a mí alrededor esperando la entrada de los primeros destellos del amanecer.
El día de hoy he subido
varios ejemplares: entre ellos está el teatro de Henrik Ibsen; Las flores del mal de Baudelaire; Ana Karenina de Tolstói y
varias ediciones del Zaratustra de Nietzsche.
26 de Octubre
El señor Grechko ha llamado
muy temprano a la puerta, ordenándome ir a cierta librería en el centro de
Praga, me desgané porque los viajes largos los he odiado desde muy chico, pero
no me negué. Después de dos o tres horas me
encontraba por fin en la plaza central, caminé por las calles
principales mientras los recuerdos se iban desbordando uno tras otro. La
Praga en la que nací estaba desapareciendo, su aspecto era abrumador: Tanques de guerra invadían las calles junto a las
constantes marchas en fila india del ejército rojo.
Caminé lo bastante rápido hasta
llegar a la librería, al acércame encontré a una mujer sentada afuera de
la tienda, su rostro era pálido y delgado, tenía la mirada clavada en el
suelo como separada del mundo. Tardé unos minutos en hablarle en los que ella
noto mi presencia y se sonrojó. Al ponerse de pie me dio su nombre, María.
Entramos a la librería y los anaqueles
estaban ya vacíos, cientos de cajas ordenadas numéricamente se extendían
por el piso. Revisé algunos libros y llamé a los camiones, en
pocas horas la tienda se encontró desolada, María seguía allí junto a la puerta. Al salir se apodero de mi un alocado impulso y dije que guardaría todo por ella y me marché.
Durante todo el día no dejé de cuestionarme por lo que había dicho: fue realmente absurdo creer que guardaría todo por ella. Me encontraba intranquilo y pedí a mi jefe salir más temprano, al entrar a la habitación abrí algunos espacios para guardar algunas cajas de la librería. Toda la noche no hice más que pensar en la Praga que desaparecía y en María.
Durante todo el día no dejé de cuestionarme por lo que había dicho: fue realmente absurdo creer que guardaría todo por ella. Me encontraba intranquilo y pedí a mi jefe salir más temprano, al entrar a la habitación abrí algunos espacios para guardar algunas cajas de la librería. Toda la noche no hice más que pensar en la Praga que desaparecía y en María.
Las tres semanas siguientes fueron
aterradoras no logré incorporarme a la rutina de mis días, empecé a
sentir tanta repugnancia por los libros que ni siquiera deseaba tocarlos.
Cierta madrugada de primavera, hastiado por la soledad cogí varias sabanas de
la habitación y cubrí las muchas filas de libros y al finalizar me sentí
rodeado por fantasmas.
La vida ya no tenía significado, el
peso de los años empezaba a notarse en mi rostro y creí haber vivido
tanto que deseaba terminar ya con este absurdo juego. La noche siguiente
me desperté de un insólito sueño en el que hacia parte de un gigantesco
ajedrez: una voz a lo lejos nos ordenaba los movimientos, saltar como
caballo, correr como peón, cruzar el tablero como alfil. Al finalizar las
fichas perdedoras se organizaban en filas y eran fusiladas una tras otra. Se
iniciaba una nueva partida.
30 Octubre
Terminé por dejar el oficio que heredé
de mi padre y abuelo. La imprenta fue el lugar en el que surgió el
irracional amor por los libros. Todo el día estaba lleno de papel hasta la
cabeza, con el particular olor de los años que encierran las obras en sus
páginas; exhausto me lanzaba a descansar sobre las minas de papel sucio y
empezaba a soñar con historias de caballería o ciudades de la antigua
Persia. Aquellos fueron los días más felices de mi vida, sin embargo ya no podía permanecer en la imprenta. Me perturbaba la miserable vida a la que fui arrojado por los libros. Traté de explicarle al señor Grechko lo que me
sucedía, pero este cerró la puerta en mi cara y gritó:¡gusano judio!
El domingo al caer la tarde decidí
salir a caminar por las calles de la ciudad hasta la estación del tren.
Me detuve a observar las tristes despedidas y los dulces reencuentros de los habitantes
de Trutnov mientras escuchaba salir de los parlantes melodías
disonantes de Dimitri Shostakovich.
De regreso a casa compré algunas cosas
de comer y el semanario anual de la URSS. Al llegar a la habitación
ordené algunas cosas en la cocina y me dispuse a ojear el periódico.
Desconcertado quedé al ver la foto de María junto al anuncio: Mujer polaca se quemó dentro de una librería.
!8 de julio
Hace ya cinco años que vivo a las
afueras de la ciudad muy cerca de la estación. Trabajo limpiando los vagones y
arrastrando maletas a cambio de algunas coronas checas. Han pasado varios
días de combate entre el ejército y los rusos. Hoy cinco de enero la nación eliminó los últimos tanques invasores y, al caer el crepúsculo de la primavera praguense fui hasta la plaza y arrojé al
olvido toda la biblioteca estuve allí hasta la media noche observando como el vaho del infierno devoraba enfurecido el
lomo de los libros, aquellos que acunaron en sus hojas el llanto de mis ojos y la ceniza de la pipa. Al salir me perdí en la multitud y encaminé un Éxodo hacia
tierras desconocidas.
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